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Académica investigó las características del teletrabajo de docentes universitarios en pandemia
La Dra. Rosario Undurraga, académica de la Escuela de Ciencias de la Familia, junto a otras dos investigadoras, publicó un artículo al respecto en Polis, Revista Latinoamericana.
“Desborde y desazón versus flexibilidad y concentración: Teletrabajo académico y género en tiempos de pandemia” se titula el artículo publicado en Polis, Revista Latinoamericana por la psicóloga y doctora en sociología, Rosario Undurraga, académica de nuestra Escuela de Ciencias de la Familia de la Universidad Finis Terrae, en conjunto con la Dra. Elisabeth Simbürger (Universidad de Valparaíso) y Dra. Claudia Mora (Universidad Mayor).
Conversamos con la Dra. Undurraga para saber más de su investigación sobre teletrabajo en universidades chilenas.
-Rosario, ¿cómo se gesta su investigación?
En medio de la pandemia, según el INE, el 25% de los trabajadores chilenos estamos teletrabajando, mientras el resto ha tenido que continuar trabajando presencialmente a pesar de los riesgos del Covid-19 o ha perdido su fuente laboral o sus tareas no permiten realizarlas de forma remota o sus condiciones laborales no son apropiadas. En cierto modo, somos un grupo privilegiado quienes podemos teletrabajar y mantener nuestros puestos de trabajo.
Pero esto no significa que el teletrabajo en pandemia esté exento de dificultades y desafíos mayores. Porque no es lo mismo el teletrabajo y lo que se conocía al respecto, que el teletrabajo en pandemia. Repentinamente trabajo, familia, tiempo personal, trabajo doméstico y de cuidados, educación y otras tantas áreas de la vida cotidiana convergen y compiten por el mismo espacio, tiempo y recursos. Espacios que no estaban diseñados para trabajar y con una multiplicidad de eventos a nuestro alrededor. Esto sumado a las restricciones de movilidad, incertidumbres y la multi-crisis sanitaria, social, política, económica y emocional.
En este contexto, quisimos saber qué está pasando en las universidades chilenas, cómo ha sido la experiencia de académicas teletrabajando en pandemia y cómo han reaccionado las instituciones de educación superior ante los desafíos de la educación a distancia. Para ello realizamos entrevistas foto-provocadas a académicas de universidades del norte, centro y sur de Chile. La metodología fue muy interesante porque compartieron fotos de su realidad cotidiana de teletrabajo y, a partir de eso, conversamos sobre ciertos temas.
-¿Cuáles fueron los principales resultados? ¿Hubo hallazgos inesperados?
Un resultado transversal fue la intensificación y extensión de la jornada, es decir, la jornada laboral se vive de manera más intensa debido a la mayor cantidad de reuniones, sin intervalos ni interacciones con colegas, estudiantes, administrativos o un café en la universidad, además del mayor trabajo que implica preparar clases a distancia, grabar clases, realizar docencia a pantallas negras (cuando los estudiantes no prenden la cámara) sin poder leer los códigos del lenguaje no verbal.
La intensificación del trabajo también se evidencia en labores simultáneas que la tecnología permite y, a veces, exige: mientras se está dando clases (hablando), se responde el chat de estudiantes (escribiendo), maneja el PPT (visual), etc. o mientras se está en una reunión, también se atienden otras emergencias laborales y familiares. Además, como no hay límites claros entre el trabajo y el no-trabajo –más el aumento radical en la cantidad de trabajo de la casa, cocinar, hacer aseo, hacer tareas con hijos, conectar a los niños a clases, más los requerimientos higiénicos de la pandemia y el largo etcétera doméstico y de cuidados–, ha hecho que la jornada sea mucho más extensa. De hecho, muchas académicas con hijos pequeños nos relatan que realizan su trabajo de investigación y escritura en las noches, cuando los niños duermen. Largas e intensas jornadas han generado mayor cansancio, prologándose a un segundo año académico.
Otros resultados de nuestro estudio varían según la situación personal y familiar de las académicas: con o sin pareja, con o sin hijos, con o sin dependientes, tipo de vivienda (con o sin patio o espacio verde compartido), con cuántas personas cohabitan o si viven solas, etc. Nos sorprendimos de que para aquellas con hijos grandes o sin responsabilidades de cuidado, y con un espacio habilitado para trabajar en la casa, destacan la flexibilidad y posibilidad de concentrarse en lo académico sin interrupciones de estudiantes u otros asuntos, pero también vimos mucha soledad en académicas que viven solas y que no han podido nutrirse del intercambio social y cognitivo propio de la academia. El no interactuar empobrece el trabajo académico, además de ser una necesidad humana poder conectarse con otros.
-¿Cómo se entrelaza el teletrabajo y el género?
Sin duda que el trabajo y el género están relacionados, más aún el teletrabajo en pandemia que se desarrolla desde la casa mientras los otros roles siguen presentes, los que demandan tiempo y dedicación de manera distinta a hombres que a mujeres. A todos nos ha afectado la pandemia, pero no a todos por igual. Las mujeres se han llevado la peor parte: mayor desempleo, aumento dramático de la violencia intrafamiliar, mayores problemas en salud mental, y una carga doméstica y de cuidados totalmente desigual respecto a los hombres.
Un estudio del Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales muestra que, en pandemia, un 38% de los hombres destinó cero horas a labores domésticas como cocinar, hacer aseo y lavar ropa; un 57% no dedicó ninguna hora al cuidado de menores de 14 años; un 71% de los hombres encuestados declaró que no había dedicado horas a acompañar a sus hijos en tareas escolares. No es sorpresa entonces que las mujeres muestren mayores niveles de agotamiento y estragos en su salud mental. A esto se suman las labores académicas, el cual es un trabajo exigente que requiere focalización y mucho estudio.
Nuestra muestra son mujeres con altos niveles de educación y la distribución del cuidado y lo doméstico al interior del hogar es desigual, así también como en las universidades los cargos de mayor reconocimiento y salario se lo llevan los hombres. Entonces, las académicas están extenuadas y ahí es donde las universidades tienen un rol importante y donde hay bastante por hacer. Sobre todo, porque las universidades son campos de conocimiento, innovación y modelo para las nuevas generaciones.
-¿Cuáles crees que son las proyecciones para el teletrabajo en las instituciones de educación superior y cuáles serían las consideraciones a implementar?
Yo creo que el teletrabajo va a continuar por un buen rato, posiblemente trabajando de forma híbrida cuando las restricciones sanitarias se depongan. Me refiero a que las tareas que se puedan hacer de forma remota, van a continuar a distancia, y las que el intercambio presencial es un beneficio, como algunas clases, volverán parcialmente. Pero es una locura que las metas productivas, reconocimientos e incentivos no consideren las realidades diversas de los y las académicas. Que todo siga formalmente igual, como si no existiera una pandemia de esta magnitud, parece un sinsentido. Si no se hace nada, se está asumiendo que todos están en las mismas condiciones para teletrabajar, y no es tal. Existen diferencias abismantes en las condiciones bajo las cuales académicas/os teletrabajan, lo que resulta en esfuerzos desmedidos ante las mismas exigencias. Para qué hablar del reconocimiento e incentivos.
Fondecyt / ANID hizo algunas modificaciones con los plazos y metas en la pandemia, así como desde algunos años las ponderaciones de publicaciones para concursos tienen diferencias cuando se tiene hijos menores, pero nuestro estudio muestra que la mayoría de las universidades no ha implementado políticas con enfoque de género. Por ejemplo, solo unas pocas universidades han disminuido la carga de docencia a académicas con hijos preescolares y sí en varias universidades han atendido las necesidades del estudiantado, pero en menor medida las del profesorado, resolviendo el caso a caso, de forma reactiva. Por ello, es urgente implementar políticas con enfoque de género considerando los tres estamentos (alumnado, profesorado, administrativos).
Nuestro estudio aporta con evidencias de la realidad de teletrabajo académico en pandemia en un grupo de universidades chilenas. En nuestra universidad (aunque no está considerada en la muestra por razones éticas) también hay políticas y acciones que se pueden implementar para un teletrabajo en mejores condiciones, un poco más equitativo y sostenible en el tiempo.
Revisa el artículo acá.