Andreas Di Luciano, el médico chileno a bordo del primer avión hospital oftamológico del mundo
Egresado de la U. Finis Terrae, el oftalmólogo relata el camino que lo llevó a ser encargado del área de simulación y entrenamiento del primer avión hospital oftamológico del mundo.
El oftalmólogo Andreas Di Luciano (31) lleva dos años trabajando a bordo del “Flying Eye Hospital”, primer avión hospital oftamológico del mundo que hace algunas semanas aterrizó por primera vez en Chile. Esta aeronave pertenece a la ONG estadounidense “Orbis”, institución sin fines de lucro que desde 1982 se dedica a combatir la ceguera en el mundo, tratando a pacientes y capacitando en áreas de simulación a médicos en todos los continentes.
Según el oftalmólogo titulado de la U. Finis Terrae, el Boeing MD-10, que a simple vista parece un avión comercial, es uno de los más modernos centros médicos del mundo. Más de 15 nacionalidades integran la tripulación de este avión que se compone de 28 oftalmólogos, anestesistas, enfermeros y arsenaleras.
Camerún, Ghana, Etiopía y Barcelona son algunos de los países donde Andreas, encargado del área de simulación y entrenamiento del “Flying Eye Hospital”, junto a su equipo dieron atención a más de 2,5 millones de personas con diferentes problemas en los ojos durante 2018.
De su paso por la Universidad destaca: “Me entregó independencia y autonomía. Estoy muy agradecido de todas las enseñanzas y amigos que me dejó”.
-¿Cómo te das cuenta qué quieres estudiar medicina?
-Siempre me gusto la biología y la relación con las personas. De pequeño estuve vinculado a organizaciones religiosas y de prestar ayuda a los más necesitados, entonces esa combinación me gustaba mucho. Pienso que la medicina mezcla ambas áreas de buena manera.
–¿Que tipo de herramientas te entrego la U. Finis Terrae?
–Me entregó independencia y autonomía. Estoy muy agradecido de todas las enseñanzas y amigos que me dejó la universidad. Además, me dejó muy bien preparado para el postgrado.
–¿Cómo eliges tu especialización?
–Mi padrino es oftalmólogo y siempre me gustaron los ojos como órgano fisiológico, desde el punto de vista místico y espiritual. Entonces, en quinto año me empecé a interesar por el área de la oftalmología y terminé en Trujillo, Perú, realizando mi especialización.
–¿Cómo fue la experiencia en Perú?
–Muy buena. Es una realidad muy distinta porque vivía solo lejos de mis padres. Pero en lo médico me entregó muchos pacientes, experiencia social y gente necesitada. Por lo tanto, adquirí mucha experiencia quirúrgica.
–¿Existen diferencias entre la educación en Chile y Perú?
–Sí, lo que pasa es que en pregrado es todo más estructurado. Los postgrados suelen ser un poco más autodidactas, entonces todo lo que desarrollé durante siete años de carrera en la universidad me sirvió para llegar de mejor manera a mi especialización.
–Luego de Perú, ¿qué siguió?
–Me fui a especializar en Cataratas a Chennai, en India.
–¿Cómo fue esa experiencia?
–Maravillosa, saltar de Chile a Perú y luego a India. Cada contexto es totalmente distinto, los pacientes tienen otra cultura y enfermedades, por eso es todo muy distinto, pero cada una fue una muy linda experiencia.
–¿Cuál ha sido tu mejor experiencia académica y personal?
–En Perú viví un proceso de maduración súper importante. Por lo tanto, fue el momento en que más crecí personal y profesionalmente. Mis experiencias posteriores fueron un complemento a ese cambio que venía surgiendo.
–¿Cómo llegas a trabajar a Orbis?
–Volviendo de la India, en Orbis necesitaban un oftalmólogo para trabajar a bordo de su avión hospital: el “Flying Eye Hospital” y en mi paso por Perú me formé en un hospital apadrinado por Orbis, entonces ya conocía sus métodos de trabajo. Por lo tanto cuando me dijeron: ´Andreas, ¿por qué no postulas?´, postulé. Luego de un proceso de selección de seis meses comencé a ser parte del “Flying Eye Hospital”.
–¿Cómo funciona el avión hospital?
–Primero, el “Flying Eye Hospital” se enfoca en la salud visual, la prevención de la ceguera y simulación. Orbis recibe solicitudes o invitaciones de diferentes países a través de sus Ministerio de Salud o Sociedad Oftalmológica. Para ir a un país, nosotros hacemos visitas exploratorias con un año de anticipación, analizamos el ambiente, los datos epidemiológicos, demográficos y las necesidades reales que tienen y qué tipo de entrenamientos requieren. Después de esa evaluación vemos si es viable acoger la solicitud.
–¿Cómo son los espacios dentro del avión?
–El avión es un MD-10 modificado, por lo tanto, es un avión grande. Por supuesto, es un poco más estrecho, pero así como está en él puedes desplazarte libremente, hay espacio suficiente para que el paciente entre y salga y para que tú puedas realizar la cirugía en un ambiente lo más seguro posible. Contamos con un equipo de trabajo, a mi gusto, de primer nivel y tecnológicamente hablando, con la mejor tecnología. En realidad, este avión a veces es mejor que un hospital real.
–¿Cómo llegas a ser encargado del área de simulación?
–Las primeras experiencias que tuvimos con simulación fueron en Qatar, luego en Camerún y Perú. Entonces comencé a investigar sobre el tema, después empecé a hacer trabajos de investigación y a publicar. Ahí fue cuando ya empecé a agarrar un poco más de entusiasmo y liderazgo en esto y me especialicé en simulación y en tratamiento quirúrgico.
–En unos años más ¿aún te ves trabajando en el avión hospital?
–En realidad siempre me ha gustado la docencia, de hecho, antes de irme a Perú trabajé un año en la Universidad Finis Terrae haciendo docencia en simulación clínica. Creo que la simulación y el entrenamiento quirúrgico, que es mi área, va a ser algo siempre complementario, pero tengo planes de seguir especializándome en otras áreas de la Oftalmología.
–Viajar tanto ¿tiene costos en tu vida personal?
–Sí, lo positivo es que uno puede conocer y aprender mucho, en nuestro equipo hay más de 18 nacionalidades distintas, por ende, el micro ambiente que se forma es muy entretenido desde el punto de vista cultural, del lenguaje, etc. Por supuesto que uno extraña a la familia, es agotador estar viajando todo el tiempo, pero eso es algo que pasa a segundo plano si uno toma todo lo positivo de la experiencia de viajar, de aprender y conocer. A veces es complicado, los jetlag y los cambios de horario.
–¿Para el aprendizaje es bueno relacionarse con gente de otros países?
–Claro, Orbis tiene una cosa que es súper buena, ya que en todos los programas quirúrgicos invitamos a los mejores especialistas del mundo en cada subespecialidad, entonces cuando estamos haciendo un programa no solamente trabajamos y asesoramos a esos doctores, sino que también aprendemos de lo que ellos hacen y enseñan, por lo que nos vamos especializando constantemente.
–Además de la Medicina ¿te gustaría explorar otras áreas de desarrollo?
–Creo que aún me falta mucho por desarrollar, aprender y experimentar. Cuando sea mayor y ya no pueda operar o algo así, me encantaría un poco más a la docencia. También me gusta mucho escribir -he escrito un par de manuales- así que me gustaría hacer algún libro de mi experiencia en oftalmología, algo más relajado, siempre con las ganas de dejar un legado a los médicos más jóvenes.