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Isaac Scherson: “La ingeniería es el arte de transformar lo que nos da la naturaleza en algo que nos es útil para mejorar nuestro entorno”

De visita en la Finis Terrae, el chileno creador del sistema de ordenamiento numérico Shear-Sort, algoritmo docente estudiado en todas las universidades donde se enseña computación paralela y ordenamiento en particular, es profesor emérito de la Universidad de California, donde aún guía tesistas con la convicción de que -de cierto modo- está ayudando a los jóvenes a cambiar sus vidas

Publicado: Marzo 21, 2025

Era el verano de 1970 y un joven Isaac Scherson anhelaba estudiar Física Nuclear. Tras rendir la Prueba de Aptitud Académica, obtuvo el cuarto lugar así que podía estudiar lo que quisiera. Sin embargo, un fin de semana en Pichidangui con sus amigos le hizo replantearse todo. Al contar que viajaría a Santiago a inscribirse en la universidad, su amigo Tomás, lo insta a elegir Ingeniería y descartar la Facultad de Ciencias. “Ese pequeño consejo, a última hora, antes de que me subiera al bus para venir a Santiago desde Pichidangui… fue lo que cambió toda mi vida”, recuerda.

De esta manera, Isaac Scherson inició su formación académica en ingeniería mecánica en la Universidad de Chile. Posteriormente obtuvo su Bachelor of Science in  Electrical Engineering y un doctorado en Ciencias de la Computación en Weizmann Institute of Science de Israel. Actualmente es profesor emérito de la Universidad de California, en Estados Unidos, donde sigue guiando tesistas y es una eminencia tras crear el sistema de ordenamiento numérico denominado Shear-Sort.

En su reciente visita a la Universidad Finis Terrae, el académico entregó su visión sobre la importancia de la curiosidad en una carrera como ingeniería, los investigadores y el sistema de educación superior en nuestro país. Un ameno e interesante diálogo con un hombre que hoy mira su trayectoria con la humildad de los que saben.

– ¿Cómo ha sido esta visita a Chile, qué se siente volver al país con todos estos logros a cuesta?

– Sigo siendo chileno y tengo familia acá. Así que estos viajes son también para ver a la familia, interactuar con algunos colegas, como la profesora Urrutia (Decana de la Facultad de Ingeniería U. Finis Terrae), a quien conozco desde hace mucho tiempo, de los años 90, cuando ella era estudiante de magíster. Y a través de los años hemos tenido una relación profesional y de amistad. Entonces vengo a verlos y ver qué colaboraciones se pueden hacer. Incluso aunque esté jubilado me gusta colaborar y contribuir también a Chile, que también me dio algo.

– ¿Qué le ha parecido esta visita a la universidad, reunirse con tantos jóvenes que están recién iniciándose en el mundo de la ingeniería, tal vez muchos de ellos -todavía- con muchas inseguridades?

– Siempre es reconfortante ver iniciativas nuevas, como esta universidad, que es joven. Entiendo que la Facultad de Ingeniería lleva pocos años funcionando y eso es reconfortante porque se empieza de cero, sin tener el lastre histórico ni corregir errores que no se han corregido, con un futuro brillante, me imagino, porque los comienzos son así, uno puede planear, ir en contra de la corriente e innovar, tratar cosas nuevas. Y ver estudiantes como estos, jóvenes que están recién empezando, es también reconfortante saber que tienen el futuro por delante y que están en buenas manos.

-¿Cómo fue su trayecto desde estudiar ingeniería hasta llegar a crear el sistema de ordenamiento numérico Shear-Sort?

-Es interesante, en la academia, enfrentarte a problemas que te va cambiando la mentalidad y la visión de las cosas. Y, por supuesto, cuando tienes la curiosidad y el interés de estar viendo problemas nuevos y te encuentras con gente como me encontré yo con Adi Shamir, que estaba siempre insistiendo que hiciera ordenamiento, te influye. Él fue miembro de mi comité de tesis. Un mes antes de graduarme me dijo: ‘no tienes lo suficiente como para graduarte’. Ese fue el mes que no dormí ninguna de las noches e hice un trabajo extra, nada más que para él. Y me metí en un campo que después resultó ser un campo que me interesó e hice trabajo en eso también, donde se aplicaba el ordenamiento. Y te encuentras con problemas así. Cuando tienes la curiosidad y la motivación de enfrentar esos desafíos es que te encuentras nuevos problemas, nuevas cosas que hacer, nuevas cosas en que pensar. Y una cosa te lleva a otra.

-Cuando los niños son curiosos a veces pareciera que no ser tan bueno porque uno se mete en problemas ¿Cómo se cambia ese paradigma siendo grandes?

-Eso es cierto. Y la pregunta que yo hago de vuelta es: ¿Quién dijo que crecí? La curiosidad siempre sigue ahí y yo creo que una de las cosas que sí aprendí es volverme más modesto en los conocimientos. Mientras más aprendes, más te das cuenta que no sabes nada, porque el conocimiento que existe es tan grande, tan vasto y te ayuda en tu vida diaria también. La gente viene con sus problemas personales, te cuenta cosas. Nadie te está pidiendo soluciones, te están pidiendo que los escuches y en la ciencia sucede lo mismo. Escuchas lo que está pasando y te das cuenta de tus propias limitaciones. Y uno que tiene un problema te salta y capta el interés e inviertes el tiempo en él. Y una de las cosas que a mí se me criticó muchísimo en mi carrera es que siempre fui como picaflor, saltaba de una cosa a otra y nunca me concentré en una en particular. Y el investigador americano, por ejemplo, en Estados Unidos y algunos europeos, aunque ahí son un poquito más flexibles en eso, se agarran de una cosa y hacen toda una carrera en un solo problema.

-Profesor ¿cómo ve el desarrollo de la ciencia en Chile? ¿Tenemos científicos curiosos?

-He conocido muy buenos investigadores en Chile. Creo que todavía hay lugar para mejorar el sistema en general, la estructura, acortar carreras, dar a los estudiantes puntos de salida después de tres o cuatro años. En Europa, la Unión Europea completa adoptó el sistema de 3-2-3, es decir, 3 años para el bachelor, 2 años para el magíster y 3 años para el doctorado. No es sólo la inversión de tiempo como estudiante, pero entre los 18 y 25 años, si uno estudia 7 años, toda su vida está en suspenso. No puede ganar plata, está pagando universidades, está viviendo de becas, de lo poco que le dan los padres, de una cosa o de otra. Es tener toda la vida en suspenso, mientras que invertir cuatro años o tres años es menos y en tres o cuatro años se puede dar suficientes herramientas al estudiante.

-¿Entonces usted cree que el sistema de educación superior chileno debería cambiar?

-En mi opinión, creo que hay que llevar el sistema chileno a un grado que sea comprensible por el resto del mundo, porque se puede comparar. En este momento me llaman a mí para decirme ¿Cómo comparo este estudiante con el estudiante de MIT que está postulando? Y no tengo respuesta, por qué el ingeniero civil en química o el ingeniero civil en computación, ¿por qué civiles?, me preguntan. Yo sé más o menos la respuesta, pero es una de las cosas que creo que debería ser.

-Profesor, respecto al sistema de ordenamiento numérico Shear-Sort ¿Cuál ha sido su contribución?

-Qué bueno que pregunta. Yo creo que las contribuciones científicas son de diferentes tipos. Hay algunas que son revolucionarias, que crean nuevas tecnologías. Hay algunas que permiten que ciertas tecnologías permitan desarrollo de otras cosas, lo que en inglés llamamos enabling technologies. Y hay otras que contribuyen al conocimiento. La mía no es una contribución revolucionaria, el algoritmo no funciona más rápido que otras cosas, de hecho es bastante lento, pero se volvió un algoritmo docente. Todo curso de procesamiento paralelo empieza con el sistema de ordenamiento numérico Shear-Sort.

-Pero eso es algo para enorgullecerse, no?

-Todas las universidades en las que se enseña computación paralela y ordenamiento en particular, empiezan con este algoritmo. Si me invitan a una universidad, me invitan a hablar frente a los estudiantes que acaban de estudiar el algoritmo. Entonces es una contribución a la docencia. Provee de métodos de análisis, provee de métodos de definición de problemas y es un algoritmo tan sencillo, pero tan simple, que se volvió útil en la transmisión de conocimiento. Y la verdad me siento muy orgulloso de eso, porque siempre tuve el problema de entender las cosas. De hecho escribí un artículo sobre redes de interconexión de permutaciones y gané el premio al mejor artículo en la conferencia sobre el tema del año 1990. ¿Y por qué? Porque expliqué en un solo artículo 40 años de investigación que nadie entendía. Soy lento para entender y mucho de lo que hice en mi carrera fue tratando de entender los problemas. Y mis publicaciones se convirtieron en publicaciones que explican una cosa. Entonces agregué al conocimiento, de eso me vanaglorio, de eso me siento orgulloso.

– ¿Cómo ha sido ser académico en Estados Unidos, ser parte de una universidad tan importante como la de California y guiar allí investigaciones?

-Una de las cosas que siempre he sostenido es que la educación superior es la llave de la movilidad social. Enfrentar la vida y enfrentar el trabajo y todo eso es mucho más fácil cuando uno tiene debajo del brazo un título universitario. No importa cuál. Técnico de dos años, bachelor de cuatro años, maestría, doctorado. No importa. Pero educación superior es la llave para abrir la movilidad social. Y lo que he hecho, y de lo que me he dado cuenta, es que cuando enseñé tanto en Europa como en México o en Estados Unidos, en tres universidades, uno afecta la vida, toda la vida de los estudiantes. Y cuando estás delante de los estudiantes y te das cuenta que todos ellos un día van a hacer algo con el trabajo que van a obtener gracias al título universitario, les estás cambiando la vida (…) Les has afectado la vida y es una satisfacción enorme.

-Con toda esa experiencia a cuesta ¿qué le aconsejaría a jóvenes que están decidiendo si  si estudian ingeniería? 

-Va a sonar a cliché, pero es algo que siempre he tenido presente, y es la pregunta que me hizo un profesor de introducción a la ingeniería cuando estaba yo en primer año en la Universidad en México. Y es ¿Qué es la ingeniería? ¿Es una ciencia exacta? ¿Es una ciencia aplicada? ¿Por qué estudiamos ingeniería? Y él me dio una respuesta y la voy a recordar siempre. Se llamaba Dagoberto de la Cerda. Dice: la ingeniería es un arte, es el arte de transformar lo que nos da la naturaleza en algo que nos es útil para mejorar nuestro entorno. Y eso implica cuidar la naturaleza, cuidar el medio ambiente, implica la transformación de las fuerzas naturales para nuestro beneficio, pero de una manera consciente y a largo plazo, sin afectar a la naturaleza misma. Y creo que esa idea de usar la ingeniería como un arte de transformación para nuestro beneficio, sin maltratar al medio ambiente, es sumamente importante y es algo que los jóvenes y todos deberíamos aprender. Digo, deberíamos, me siento joven.

Así, recargado de energía y juventud, tras su charla con futuros ingenieros, el académico de la Universidad de California finalizó su visita en la Universidad Finis Terrae. Acompañado de la decana de la Facultad de Ingeniería, Dra. Angélica Urrutia, también participó en diferentes encuentros con el vicerrector académico, Juan Eduardo Vargas, y el vicerrector de Investigación, Creación Artística y Doctorado, Dr. Víctor Polanco. También se reunió con investigadores de la Facultad de Ingeniería y la directora de Relaciones Internacionales, Daniela Montenegro.