La charla, además, contó con la presencia de la decana (s) de la Facultad de Economía y Negocios, Cristina Hube; la directora de Desarrollo y Relaciones Institucionales, Lorena Burgueño; y la subdirectora de Relaciones Institucionales, Guadalupe Irarrázaval.
Ante la atenta mirada de los alumnos, Irarrázaval relató que desde muy joven ingresó a la vida laboral. “A los 14 años comencé la enseñanza media en Argentina en el turno de noche, porque en el día trabajaba. Luego ingresé a la universidad y seguí estudiando de noche, para continuar con mi trabajo en el día”. Y a los 38 años, en medio de una rutina en que el trabajo lo llevaba a cumplir “hasta 70 horas semanales” decidió darle un giro a su vida, fijar un objetivo y, a través de él, “elegir ser feliz. Porque la felicidad depende de mí. Si no eres feliz, es culpa tuya. De nadie más”, dijo.
-¿Cuál es la importancia que usted le asigna al hecho de compartir su experiencia con jóvenes universitarios?
-Compartir la experiencia del, comillas, viejo, comparado con aquel que no la tiene, le va a ayudar al más joven a detectar aquellos errores que son evitables. Creo que es una obligación ética y moral de todas las instituciones, ya sean empresas, universidades o cualquier organización social, buscar la forma de compartir experiencia con quien no la tiene, porque es una ganancia para todos.
-¿Cómo ha visualizado la respuesta de los jóvenes al momento de escuchar sus palabras?
-Ha sido una experiencia alucinante. Súper energizadora. Ver el interés, la respuesta y el feedback que se genera es algo muy grato. Sobre todo, cuando me encuentro con alguno de ellos varios años después y me dicen ‘ese día fue un punto de cambio para mí’. Me pasa que esos mismos ‘cabros’ me terminan invitando a hacer esta charla a sus empleados, a sus alumnos, o a su familia y amigos. Eso es súper lindo