Artista y docente del Magíster en Investigación-Creación de la Imagen ganó XII Bienal Internacional de Artes de Valparaíso
Bajo el concepto “Territorios y ciudadanías críticas”, el certamen artístico regresa a la ciudad puerto luego de 30 años de ausencia.
En el Museo de Bellas Artes Palacio Baburizza se celebró la ceremonia de premiación de la XII Bienal Internacional de Artes de Valparaíso, evento que congregó a 85 artistas de nueve países. El jurado, compuesto por curadores nacionales e internacionales, otorgó el primer lugar en la categoría Competencia Oficial a la obra “El mar entrará lentamente” (2023) de Paloma Villalobos Danessi, artista visual y docente del Magíster en Investigación-Creación de la Imagen de la Facultad de Artes de la Universidad Finis Terrae.
La obra premiada es una video-instalación de nueve minutos que muestra, a través de un vuelo de drone, la segunda laguna artificial más extensa del mundo, con una longitud de 1,013 km. Este estanque de agua, situado a orillas del océano Pacífico y construido en un antiguo campo de dunas, forma parte del complejo residencial San Alfonso del Mar, ubicado en la comuna de Algarrobo, en la región de Valparaíso.
A partir de esta construcción, Paloma Villalobos reflexiona sobre el “incierto devenir” de estas edificaciones que destruyen irreversiblemente los procesos naturales de ecosistemas frágiles, como humedales y dunas costeras y, alteran la vida de las comunidades. “Un impacto antropogénico que se ha normalizado con la comercialización de los paisajes como bienes y vistas, con el objetivo de vender un mundo idealizado, pero totalmente irracional”, puntualiza.
¿Qué impacto querías lograr con el drone como dispositivo visual? Lo que resulta irónico, pensando que esa técnica también la utilizan las inmobiliarias para promocionar sus proyectos.
“Sí, probamos con registros fotográficos a la misma altura de la piscina y playa. Esa era mi primera idea, pero me di cuenta de que la laguna era tan enorme e inabordable que la única manera de captar la magnitud de esa destrucción era a través de drones, a vuelo de pájaro y con una perspectiva aérea con el mar como protagonista. Con esa visualidad, el lugar adquiría una apariencia de maqueta, irreal, que parecía falsa. Y eso nos ayudaba a alejarnos de la carga documental y de esa publicidad de las inmobiliarias muy condescendiente con la magnitud y exclusividad del lugar, permitiendo una reflexión crítica, más distópica, casi de ciencia ficción”.
La narrativa visual de la obra se desarrolla en tres secuencias: primero, se muestra el kilómetro completo de la laguna y los edificios desde una perspectiva frontal; luego, desde una vista cenital, se recorre de humedal a humedal. Finalmente, la cámara desciende hasta al nivel de la arena. En las tres secuencias el oleaje está en permanente movimiento. Junto a las imágenes, la artista incorporó sonidos electrónicos, glitches e interferencias sonoras, compuestos por la artista visual Francisca Villela. “Sonidos que irrumpen y se silencian, aparecen y desaparecen súbitamente, como temblores, creando un escenario entre real y ficticio, donde sospechas que algo puede pasar”, detalla la artista radicada en Viña del Mar.
¿Lograste transmitir esa sensación al público?
“Me impresionó cómo la gente se quedaba mirando la obra. Actualmente, es complejo retener a los espectadores porque se distraen rápidamente y poco parece asombrarles en esta cultura visual donde los vídeos circulan fácil y velozmente en sus celulares. Por eso, me gustaba la idea de hacer una video-instalación donde la gente pudiera estar sentada y mantenerse atentos en los nueve minutos de narración. ¡Qué increíble!, nunca había visto lo grande que era, me decían personas que habían pasado por ahí y que jamás se habían percatado de la dimensión del impacto de la edificación”.
“Paisajes accidentados”
Con una trayectoria de más de 20 años, la artista visual y doctora en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, ha dedicado su carrera a examinar el entorno natural como un lugar en conflicto. “Por eso intento representar paisajes accidentados o geografías alteradas: espacios inciertos debido a su devenir y frágiles a la vez”, señala la artista, quien ha exhibido su trabajo en exposiciones individuales y colectivas en México, Colombia, Ecuador, Australia, Alemania, España, Portugal, Argentina y Chile.
¿Cómo influyen los entornos naturales de Chile en tu obra artística?
“Tenemos un paisaje brutal, entre mar y cordillera, y eso afecta nuestra condición social y emocional. A la vez, tenemos una relación históricamente marcada por los desastres socio-naturales, relacionados por supuesto, al comportamiento geológico. Estas temáticas, cuando comencé mi carrera, no estaban tan exploradas en la práctica artística contemporánea, por lo mismo realicé un doctorado que profundizaba y reflexionaba aquellos matices desde la visualidad y del “cómo observamos” esos acontecimientos. Mi trabajo propone que el impacto antropogénico es un desastre que se ha normalizado, y que habitamos en un territorio incierto, ya no sólo por el comportamiento tectónico, sino por estos fracasos arquitectónicos que se han transformado en especies de “ruinas del capitalismo”.
Tu obra no solo tiene una dimensión de arte-denuncia, sino también una dimensión académica-investigativa. ¿Cómo manejas esta doble faceta con tu trabajo artístico?
“Tratando de crear materiales visuales que hablen de ambos campos, de su relación y que, además, salgan a la luz en diversos formatos de lectura y exposición. La labor como artista-investigadora me permite publicar artículos científicos para un público más académico y, también, crear obras de arte que comunican estos hallazgos a un público más amplio, a espectadores anónimos que acuden a museos o centros de arte. Esto es crucial para reflexionar sobre temas que generalmente sólo se abordan desde los documentales o en los medios de comunicación, sin una mirada crítica ni metafórica”.
La video-instalación premiada, comenta la artista, combinó distintos materiales como parte de una investigación más amplia: fotografías, vídeos, capturas de la publicidad de la empresa constructora, informes ambientales y el video-arte de nueve minutos. Obra que contó con la colaboración de un grupo interdisciplinario compuesto por Francisca Villela, en diseño sonoro, Ginés Olivares en edición, Fabián Valdés y Gonzalo Cortés en cámara, Andrés Rojas y Paloma Villalobos en producción y, Joaquín Ponce en georreferenciación.
“El mar entrará lentamente” se impuso en la competencia oficial de la XII Bienal Internacional de Arte de Valparaíso, superando a otras 60 obras bajo la temática de “Territorios y ciudadanías críticas”. Este certamen se llevó a cabo en diversos espacios culturales de la ciudad, con el objetivo de revitalizar la escena artística de Valparaíso y reafirmar su posición como una de las principales capitales culturales del país.