Egresados de la Escuela de Psicología realizan programa de intervención en crisis en Clínica Santa María
7 psicólogos formados en la Universidad Finis Terrae llevan adelante la iniciativa, desarrollada en modalidad online.
La pandemia de coronavirus, que ya lleva más de un año impactando las vidas profesionales, personales y familiares, ha creado mayores necesidades desde el punto de vista de la salud mental. En ese contexto, la Clínica Santa María se acercó a la Universidad Finis Terrae, buscando generar una alianza para ofrecer atención psicológica de calidad a su personal de salud, fuertemente impactado por la contingencia sanitaria.
A partir de lo anterior, actualmente un equipo de siete egresados de la Escuela de Psicología, guiados por el psicólogo y supervisor clínico Christian Schnake, están llevando a cabo un programa de intervención en crisis a los funcionarios de la clínica, en modalidad online y de acceso gratuito.
El modelo de intervención en crisis es el mismo que se diseñó y aplicó el año 2020 para los funcionarios de la Universidad Finis Terrae, con resultados exitosos. Este consiste en cuatro sesiones, compuestas por una evaluación general del estado del paciente, la psicoeducación en herramientas para regular la ansiedad y manejar la angustia, y hábitos de planificación diaria.
A través de un trabajo coordinado entre la clínica y la coordinadora por parte de la Universidad Finis Terrae, Mackarena Bautista, se van derivando los consultantes a los distintos psicólogos del equipo, según su disponibilidad. Cuando al finalizar el programa de intervención en crisis, el psicólogo a cargo evalúa que es necesaria una interconsulta psiquiátrica o derivación a psicoterapia, esto se informa y se gestiona desde la Clínica Santa María.
Christian Schnake, supervisor del equipo de egresados de la Escuela de Psicología, comenta que se están supervisando los casos más graves, donde se presenta ideación de muerte y riesgo suicida. “Ha sido interesante, porque las reuniones clínicas han dado luces de cuáles son los temas en que los egresados requieren más formación, como el manejo de pacientes graves o cuya integridad física o psíquica está en riesgo” indicó.
Si bien sería esperable que la demanda de atención por parte del personal de la clínica fuera muy alta, Schnake manifiestó que a nivel cultural siguen habiendo barreras para consultar en salud mental. “Los chilenos todavía nos preguntamos cuatro veces antes de consultar. A veces existe el temor de que se filtre la identidad o el contenido de lo conversado en las sesiones, o que se les tilde de ‘locos’ por haber consultado” sostuvo, agregando que si bien el encuadre psicológico resguarda la privacidad y confidencialidad de los pacientes, al mismo tiempo “es fundamental entender que esto no es para gente ‘loca’, sino para personas que necesitan herramientas en tiempos sumamente difíciles”.
Para Schnake, este trabajo ha permitido “evidenciar cómo ha aumentado mucho el estrés en los profesionales de salud, incluso a pensar en la muerte cómo única salida. Puede ser que ciertos cuadros o fragilidades vinieran de antes venir de antes, pero sin duda la presión de hoy termina detonando lo que estaba latente”. Además, mencionó que es una “presión que viene de todos lados, y que impide distraer la cabeza para sacarla de la angustia de la ‘pega’ (…) No es sólo el aumento de trabajo, los turnos más extensos y frecuentes o los pacientes graves, sino que además está la casa, los hijos, la coordinación con otros miembros de la familia”.
Mackarena Bautista, coordinadora del equipo de psicólogos, expresó que “muchos de nuestros consultantes son técnicos en enfermería que estaban acostumbrados a ciertos horarios, cierta carga laboral y a cierto orden en sus funciones, que se han tenido que ir modificando de forma abrupta dado el aumento de contagios. Esto se conecta con una sensación más bien colectiva de que nuevamente este abril es ‘terrible’. Una persona no se puede reducir sólo a su trabajo y están haciendo esfuerzos por compatibilizar y equilibrar muchos otros aspectos importantes de su vida también”.
En cuanto al trabajo de coordinación, Bautista comentó que “el primer desafío fue establecer un canal de comunicación fluido y eficaz entre la clínica y la Universidad, donde se establecieran con claridad los derechos y responsabilidades tanto de quienes serían pacientes, como de quienes serían terapeutas”, además de destacar el crecimiento personal y profesional que ha visto en sus excompañeros de Escuela, luego de no haberlos visto el 2020 por la pandemia, lo que se refleja en las reuniones clínicas.
“Los diálogos han sido muy fructíferos, cada uno manifiesta su perspectiva e hipótesis de lo que le podría estar sucediendo a su paciente, mientras que los otros miembros del equipo aportan según su propio conjunto de habilidades para que así la planificación de una próxima sesión sea mucho más prolija” comentó.
Para la Escuela de Psicología, este programa representa una gran oportunidad laboral para sus egresados, quienes pueden aprovechar este campo que se ha ampliado por la pandemia, consolidando su formación y experiencia profesional.
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