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Doctora Ángela Arenas Massa asume como nueva directora de la Escuela de Derecho de la Universidad Finis Terrae

La Doctora en Historia y Teoría del Derecho Europeo y Doctora en Bioética, asumió el cargo con el objetivo de de “formar juristas que busquen la verdad, el bien y la belleza, en cumplimiento de la misión de la Universidad”.

Publicado: Agosto 26, 2020

“Acogida en lo personal y exigencia en lo profesional”. Así de precisa es la respuesta de la Doctora Ángela Arenas, ante la pregunta sobre qué puede esperar el alumnado de su gestión como nueva directora de la Escuela de Derecho de la Universidad Finis Terrae, cargo que asumió a principios de agosto del presente año.

Disciplina en los estudios, cercanía en el trato y una vocación de servicio son conceptos que han guiado a la directora Arenas durante su vida. Valores que la inspiraron a estudiar Derecho, desarrollar una carrera deportiva de alto rendimiento durante su niñez y parte de su adolescencia –llegando a ser campeona sudamericana de nado sincronizado–, radicarse en Italia antes de cumplir treinta años para cursar una serie de posgrados en universidades romanas –es Doctora en Historia y Teoría del Derecho Europeo por la Università degli Studi Tor Vergata y Doctora en Bioética por la Ateneo Pontificio Regina Apostolorum– y trabajar tanto en su rol de investigadora como de litigante, principalmente en temas sociales relacionados a la bioética y los adultos mayores.

Junto a ello, la Doctora Arenas ha participado en investigaciones publicadas en diversos medios académicos nacionales e internacionales y, ha desarrollado una extensa carrera como docente, impartiendo clases en posgrados de la Pontificia Universidad Católica de Chile, la U. de Talca, la U. Católica de la Santísima Concepción, entre otras, así como en ramos de pregrado en la Universidad del Desarrollo, U. de Talca y Universidad Finis Terrae, casa de estudios donde además se desempeñó como la primera Directora del Instituto de Bioética.

¿Qué significa la Universidad Finis Terrae para usted?

–Significa mucho porque es el lugar donde partí como académica y es el hogar donde se quedó mi corazón. Creo que la Universidad Finis Terrae es un lugar donde la comunidad se esfuerza -con recursos limitados- por hacer las cosas bien, donde el ambiente es bastante grato para los tiempos que vivimos y donde las dificultades se tratan de superar con diálogo. Es una institución que da la posibilidad de generar proyectos nuevos y de innovar.

¿Qué la inspiró a estudiar Derecho?

–A corta edad me llamó la atención el Derecho porque siempre me preocupó la vulnerabilidad como parte del curso de vida. Encontraba que la abogacía me invitaba al servicio permanente hacia las personas. Estudié en colegios católicos donde las monjas se preocuparon de enfatizar que éramos un grupo privilegiado de jóvenes y que no todos tenían la oportunidad de acceder a la educación. Por otro lado, fui deportista de alto rendimiento durante la niñez y parte de la adolescencia, entonces para mí el tema de la disciplina siempre ha sido importante, igual que trabajar por objetivos, ser metódica y súper ordenada. El Derecho le acomodaba a mi personalidad y a la forma en que estaba siendo criada.

¿Cómo fueron sus primeros años en la carrera?

–Mis papás siempre dijeron que iba a tener que sacarme la mugre, así que cuando entré a la universidad eso hice. Pero me costó harto, porque mientras tenía compañeros con familiares abogados que poseían un lenguaje técnico más elevado, yo no tenía una red de apoyo en ese sentido. Creo que durante el primer semestre salía de clases con ganas de llorar porque no entendía nada, para mí los profesores hablaban en chino. Los dos primeros años me costaron. No tuve una crisis vocacional y nunca reprobé ramos, pero en tercer año tenía un cansancio generalizado y mis padres me instaron a congelar. Creo que me pasó la cuenta el cambio de ciudad siendo adolescente y el haber tenido que dejar por razones económicas el deporte que era mi vida (a los 16 años, la directora Arenas debió mudarse junto a su familia de Santiago a Valdivia por esas mismas razones). Fueron muchos cambios en poco tiempo.

A pesar de ese inicio complejo, desde segundo año de universidad la directora Arenas comenzó a trabajar en los tribunales de Valdivia como una forma de suplir esa falta de redes en el área del Derecho. Lo hizo partiendo en el rol de oficial cuarto (cartero del tribunal) hasta llegar al cargo de juez suplente de policía local en la comuna de Lanco. “Una labor que me hizo sentir valorada porque subrogué al juez titular en primer orden jerárquico. Tomar ese cargo apenas titulada para uno resulta muy honorable, sobre todo porque tuve que postular a una terna en la Corte de Apelaciones de Valdivia”, señala.

Gracias a la influencia de la por entonces directora de la Escuela de Derecho de la Universidad Austral de Chile, y futura decana de esa misma facultad, Doctora Susana Turner Saelzer, Ángela Arenas realizó su tesis de pregrado sobre “Las técnicas de reproducción humana asistida y el comienzo de la vida humana: discriminaciones que sufren los hijos concebidos y nacidos bajo técnicas de fertilización in vitro”. Así nació su interés por la bioética. “Ahí me encontré con las preguntas fundamentales que recaen en la naturaleza humana y descubrí que son interrogantes vigentes para todo jurista que quiera abrirse a la experiencia del servicio”, explica. Un cambio que la impulsó a cursar sus posgrados y desarrollar una carrera académica sin abandonar la litigación.

¿Cuáles son sus expectativas como directora de la Escuela de Derecho?

–Que podamos ser parte de un proyecto educativo/formativo de juristas que estén de acuerdo al sello y la misión de la universidad. Eso es para mí un objetivo fundamental. En segundo lugar, que como facultad podamos ir avanzando en materias de investigación. Creo que si logramos organizarnos bien y calibrar cuáles son nuestros objetivos y cualidades podemos hacer un muy buen aporte.

¿Cuál es ese sello que debieran tener los juristas egresados de la facultad?

–El sello formativo de la universidad apunta a volver a lo esencial del jurista. “La verdad, el bien y la belleza”, nos invitan a descubrir en forma permanente, con curiosidad y con genuina honestidad, cuál es el objeto de la regulación jurídica y en consecuencia, procurar su argumentación. Entender el peso de la historia en el fenómeno jurídico nos hace entender sus instituciones y respetarlas, porque donde se expresa el derecho, se expresa la humanidad.

¿Algún mensaje en particular para el alumnado?

–Que estudien, que estudien mucho. Esta disciplina tiene que ser vista en perspectiva futura. El proceso de aprendizaje del Derecho toma tiempo y requiere un alto grado de madurez conceptual y personal, paciencia con uno mismo, resiliencia, es un camino para la vida que nos permite ir creciendo día a día.