Estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad Finis Terrae reciben Premio a la Excelencia Académica
Benito Castro, Evelyn Namoncura, Susana Rivas y Jonathan Navarro recibieron el galardón por su desempeño académico durante el segundo semestre de 2019. Hablamos con Susana y Jonathan sobre este reconocimiento y su experiencia de estudio en la pandemia.
Como un “gran año de maduración” donde los estudiantes han debido dar lo mejor de sí para hacer frente a las dificultades propias de la pandemia, fue definido este 2020 por el rector de nuestra universidad, Cristian Nazer, en su discurso inaugural de la ceremonia de entrega del Premio a la Excelencia Académica de la Facultad de Derecho Universidad Finis Terrae. “En estos meses ustedes han podido comprobar que para la vida no basta con una buena preparación profesional sino que es necesario adquirir hábitos y virtudes en todas las dimensiones de nuestra personalidad. Hace falta cultivar la responsabilidad, la resiliencia, la creatividad, la solidaridad, por nombrar solo algunas”, señaló en la instancia nuestro rector.
Tanto Susana Rivas como Jonathan Navarro son ejemplos de ello. Por supuesto no son los únicos en nuestra facultad, pero tanto sus biografías como el haber recibido el Premio a la Excelencia Académica permite que sus historias reflejen las palabras de nuestro rector.
Ambos estudiantes cursan tercer año de la carrera de Derecho –Susana en modalidad diurna y Jonathan en vespertino– al mismo tiempo que trabajan. Y a pesar de ello lograron estar entre los mejores rendimientos académicos en 2019, lo que los hizo merecedores de este premio junto a los alumnos Benito Castro y Evelyn Namoncura.
Jonathan Navarro es Ingeniero Comercial de la U. de Concepción y cuenta con un magíster en Dirección y Planificación Tributaria por la U. de Talca, donde ha sido invitado a participar como docente. Además trabaja como Fiscalizador Tributario del Servicio de Impuestos Internos. “A alguien que trabaja y estudia le recomendaría establecer horarios de estudios claros para no menoscabar el tiempo que requieren el trabajo y la familia”, señala.
Por su parte, Susana Rivas debe conjugar sus estudios de Derecho con su trabajo como corredora de propiedades y su rol de madre de tres hijos de cinco, seis y diez años. “¡Criarlos ya es un tremendo desafío!”, dice antes de explicar que en estos años de estudio “lo más complejo fue adaptar los tiempos para la los niños, la casa, el trabajo, ser pareja, trabajar y estudiar”. Fue precisamente su decisión de priorizar la maternidad la que hizo que postergara sus estudios universitarios. Cuenta que una vez tomada la decisión de estudiar derecho vio algunas alternativas “pero todas con deuda bancaria y cláusulas draconianas”. Es por ello que agradece profundamente que la Universidad Finis Terrae se haya adscrito a la gratuidad. “Esta política de la cual fueron pioneros, ahora tiene rostro humano. Por eso digo que, aunque fue mi opción prioritaria, en algún punto la Universidad Finis Terrae también me eligió a mí. Esta apertura es un aporte concreto a la sociedad y se volvió nuestra riqueza”, señala.
Ambos consideran que el premio recibido es “un honor” y un reconocimiento al esfuerzo y la dedicación que han puesto en sus estudios. Susana agrega que en “cada cosa que conseguimos también va incluido en alguna forma el nombre de la familia y de nuestro círculo más cercano que son quienes siempre apoyan”.
¿Qué ha sido lo más difícil de afrontar académicamente durante este año de estudio en medio de una pandemia?
–Jonathan: “El hecho de asistir a la universidad y recibir los conocimientos compartiendo la sala con más personas, es una actividad enriquecedora que fomenta el aprendizaje. En este sentido, el tener clases en modalidad on line, pese al gran esfuerzo de nuestros profesores por mantener la calidad y la exigencia al impartir sus clases, hace que al estar en la casa cueste concentrarse o mantenerse enfocado exclusivamente en el ámbito académico”.
–Susana: “La cuarentena puso de cabeza mi organización, yo elegía horarios para ir a clases mientras mis hijos estaban en el colegio, pero ahora los niños están en la casa y gritan y juegan como les es propio, aunque yo esté en clases. Como son chicos, deben asistir a clases virtuales con los papás y con mi esposo nos vamos turnando”.
¿Qué hábitos y/o prácticas cotidianas le han ayudado a mantener su nivel académico durante este particular año?
–Jonathan: “Desde que entré a la carrera elaboro mis propios apuntes, independiente de la modalidad de enseñanza de la cátedra, ya sea clase expositiva o con apoyo de presentaciones. También me he preocupado de grabar en audio todas las clases, ya que así puedo repasarlas en los horarios que dedico al estudio, rescatando algunas explicaciones o ejemplos claves que pueden ser de gran ayuda al momento de enfrentar alguna evaluación”.
–Susana: “Fracasar muchas veces, ensayo y error, sin frustrarse. Se trata de intentar rutinas de estudio que se ajusten a tu realidad. Si no puedes estudiar temprano intentar en otro horario, al final yo lo dejé para la noche cuando todo está en calma. Tres cosas las encuentro vitales: estudiar sagradamente todos los días, poco o mucho pero todos los días. Asistir a clases para no enfrentar los textos en blanco. Y tener a la vista un calendario para saber cuántas semanas faltan para la siguiente evaluación y poder medirte cómo vas”.
¿En qué área le gustaría desempeñarse laboralmente? ¿Cuál sería su trabajo soñado?
–Jonathan: “Prefiero no utilizar la palabra sueño para describir mis expectativas futuras, ya que este concepto también tiene asociado un aspecto de fantasía o de carencia de realidad. Yo trabajo con metas y por ahora el desafío es obtener el título de abogado y luego de ello habrá tiempo para ver cuál será mi rumbo en términos laborales, si continúo en el servicio público aportando al país desde mi función actual o desde el área jurídica o decido dedicarme al ejercicio libre de la profesión”.
–Susana: “Sin duda, ser jueza. Cuando mencioné que siento vocación por el servicio público, a esto me refería: mi trabajo soñado es ser jueza. Estoy muy contenta porque la Universidad Finis Terrae registra muy buenas estadísticas en la Academia Judicial, que es la encargada de formar a los jueces: aportó con 26 nuevos egresados a mayo de este año, situándose dentro del 30% de las universidades que más aportaron en alumnos egresados de la Academia. Siguiendo el lema de nuestra universidad Vince in bono malum –“Vencer al mal con el bien”–, no tengo duda que estos alumnos que recién se incorporan al escalafón primario van a hacer mucho bien a nuestro país”.
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