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¿Un abogado debe creer en la inocencia de su cliente? Profesor argentino propone debate ético en la Finis Terrae

Es segunda vez que el docente titular de la Universidad Nacional de Córdoba, Hugo Seleme, visita la Facultad de Derecho del plantel.

Publicado: Junio 21, 2018

Un estimulante debate sobre ética sostuvo el cuerpo académico de la Facultad de Derecho de la Universidad Finis Terrae, a partir de la presentación que el profesor argentino, Hugo Seleme, hizo del capítulo “La creencia en la inocencia del cliente”, que es parte de su libro  “Inocencia, legitimidad y lealtad”. En la oportunidad, el documento del docente titular de la Universidad Nacional de Córdoba fue comentado por su par chileno, Claudio Agüero, académico de la Universidad Alberto Hurtado.

El profesor invitado partió su reflexión proponiéndose como interrogante “no lo que debe hacer éticamente un abogado o qué carácter debe desarrollar, sino lo que debe creer respecto de su cliente. Algo que está dentro de una rama de la ética que se llama ética de las creencias”.

¿El abogado tiene razones de moralidad política para creer que el cliente es inocente, cuando el cliente lo afirma? ¿Y esas razones son diferentes de las razones epistémicas, es decir las que tienen que ver con la verdad?, fueron otras de las preguntas que se planteó el investigador para abordar la temática.

En su diagnóstico, Seleme plantea que los abogados tienen razones para creer en sus clientes y esas razones son de moralidad y no epistémicas. “En las escuelas de Derecho se educan abogados basados en la desconfianza, en la deslealtad en las creencias, mientras que los clientes y ciudadanos exigen lo contrario: lealtad en las creencias, es decir que se les crea”, señala el docente.

“La lealtad que conocemos, y de la que usualmente se habla, es la lealtad en los intereses, es decir cuando yo tomo los intereses de otro como si fuesen míos. Pero la lealtad en las creencias es tomar las afirmaciones de otro como si fuesen mías, no los intereses. Es decir, dar la misma deferencia a la afirmación de inocencia que hace otro, como si yo estuviese afirmando mi propia inocencia”, explica Hugo Seleme.

Dentro las relaciones humanas, la lealtad en las creencias puede encontrarse, por ejemplo, en la relación de amistad, porque los amigos se deben credibilidad recíproca. El investigador explica que “ese rasgo que está en la amistad también está presente en la relación abogado-cliente, por lo tanto la exigencia de lealtad en las creencias que se da en la amistad, debe darse de manera análoga en el abogado en relación con su cliente”. En otras palabras, hay que creer en el cliente, independiente de la evidencia inculpatoria.

¿Y si el cliente es culpable?

La presentación del capítulo del libro del profesor argentino en Chile generó un interesante debate entre académicos de la Escuela de Derecho de la Universidad Finis Terrae, cuando abordó la complejidad que se generaría en el momento que el abogado tiene conocimiento de que su representado es culpable del acto que se acusa.

Para Seleme, si en ese caso existe lealtad en las creencias, entonces el abogado tenderá a dedicar mas energía en derrotar o minimizar el impacto de la evidencia desfavorable. “Si tenemos evidencia inculpatoria, una manifestación de la lealtad será dar la interpretación que sea más favorable para el cliente. Entonces tenderemos a buscar hipótesis explicativas de la evidencia, que sean más favorables para la persona a la que tenemos lealtad”, expone.

El investigador plantea que el abogado debe intentar cuestionar el carácter de la evidencia negativa y si no puede, debe buscar evidencia exculpatoria. Y si tampoco puede lo anterior, debe intentar restringir el juicio negativo.

“Si hay evidencia de que el cliente mató a alguien, por ejemplo, entonces el abogado tiene razones para buscar evidencia que muestre que lo hizo en un estado de emoción violenta, es decir una evidencia exculpatoria. Pero si la evidencia sigue indicando que mató, el abogado tiene razones para circunscribir el juicio sólo a esa conducta negativa, no a toda la persona del cliente, reconociendo que es cierto que mató, pero él no es un homicida”, detalla el académico de la Universidad Nacional de Córdoba.

El decano de Derecho, Miguel Schweitzer, escuchó la ponencia y discrepó en ese punto, porque cree que no se puede abogar por la inocencia de alguien que se sabe que es culpable. “Fui educado y pretendo seguir enseñando que uno tiene que actuar como un auxiliar de la justicia, es decir cooperar con el juicio y buscar la verdad, para que se le dé a cada uno lo que le corresponde. De manera que cuando el cliente le confiesa a uno la culpabilidad, uno no puede ir a buscar la inocencia, aún cuando el juez no disponga de los elementos”, sostiene.

En tanto, el profesor Claudio Agüero, de la Universidad Alberto Hurtado, citó al juez y teórico norteamericano Oliver Wendell Holmes para graficar que los abogados “no tratamos tanto con hombres buenos, sino más bien con hombres malos. Nuestros clientes son más ladrones que personas que quieren respetar el Derecho”.

De todas formas, Agüero considera “más convincente una defensa que cree en la inocencia del cliente, por un tema de honestidad y porque también es más fácil defender a un cliente que es inocente que a uno culpable”. Pero la cuestión no es de moralidad política, sostiene, sino simplemente de tener cierta precaución respecto de lo que un abogado debe creer de su cliente.

El profesor de Derecho Civil Rodrigo Barcia, por su parte, postula que la profesión no debe entrar en aspectos de creencias y aunque el abogado no le crea a su cliente, igual debe ser capaz de defenderlo. “No podemos juzgarlo dos veces. Los abogados somos mentirosos ya que no juzgamos a nuestros clientes. Y si entramos en el tema de las creencias, entonces en algún momento podemos creer que el cliente es culpable y ahí el derecho a la defensa se cae”, sostiene.

También presenciaron la ponencia del profesor Seleme, el director de Investigación y Postgrados, Leopoldo Ramírez; el director de Publicaciones, Enrique Navarro y los académicos de la Escuela María Angélica Benavides, José Ignacio Núñez, María Luisa Baltra y Anny Carvajal, entre otros miembros de la comunidad universitaria.

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