Aequalis.cl | Directora académica analizó los desafíos de la innovación curricular
En su columna de opinión reflexión sobre la etapa posterior: el resultado de estos procesos de innovación y las promesas inclumplicas
La Dra. Elisa Marchant, directora académica de la Universidad Finis Terrae, abordó los avances en materia de actualización e innovación de los planes de estudio de la Educación Superior en Chile en una columna publicada en el sitio web de la Fundación Aequalis. Este Foro de Educación Superior reúne a universidades, institutos profesionales y centros de formación técnica. Elisa es parte de la Unidad de Futuro de la educación superior.
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Innovación curricular: ¿promesa cumplida?
Desde hace 20 años, aproximadamente, se instaló en Chile la idea acerca de la necesidad de actualizar e innovar los planes de estudio de la Educación Superior. Múltiples ejercicios, proyectos y modelos se han implementado a la fecha, impulsados desde la política pública y las propias instituciones, sin embargo, vale la pena preguntarse respecto de los aprendizajes de estos procesos y sobre todo de los resultados. ¿Se ha cumplido la promesa de la innovación curricular?
En general los principales argumentos que se utilizan para promover la innovación curricular refieren a la pertinencia y calidad de los procesos formativos, esfuerzos por ser más eficientes, por alinear los planes a los modelos formativos institucionales y a cumplir con estándares externos nacionales e internacionales que han avanzado hacia modelos centrados en el aprendizaje y sus derivadas.
Asimismo, existe un relativo consenso respecto de lo que entendemos como un currículo innovado: perfiles de egreso pertinentes, construidos a base de competencias o resultados de aprendizaje; planes de estudios y sus metodologías de enseñanza y evaluación consistentes con dicho perfil; y estrategias de estimación y adecuación de la carga académica de los estudiantes.
Sin duda, el país ha avanzado muchísimo en el diseño e implementación de currículos innovados desde esta óptica, y parece así, haberse cumplido la promesa, al menos en el papel, pero ¿qué pasa con los resultados de estas innovaciones? El seguimiento a las trayectorias estudiantiles, la efectividad del proceso formativo y la evaluación real de los resultados de aprendizaje en cada asignatura, así como de los perfiles de egreso parecen apenas incipientes.
Por otra parte, pareciera que lo más relevante es preguntarse si las innovaciones que realizamos responden a las necesidades de la sociedad en el futuro complejo que vislumbramos. En un escenario donde el avance de la tecnología es vertiginoso y se proyecta una pérdida de empleos dramática, la pertinencia de la formación cobra un rol preponderante.
La respuesta que surge a esta pregunta es que, desde la innovación curricular, no hemos realmente innovado, sino que nos hemos limitado quizás a poner en forma los planes de estudio. Todavía pocos proyectos ponen el foco sobre el futuro, y pese a los avances en tecnología e innovación en el proceso de enseñanza realizados en pandemia, parece que, tras el regreso a la normalidad, se abandonan. Tampoco ha habido hasta ahora propuestas concluyentes sobre inter profesionalismo y resolución de problemas complejos, ni carreras o programas nuevos que busquen repensar la formación para abordar los problemas que el futuro nos plantea.
Es tiempo de replantearnos esta promesa, que en lo profundo, no parece del todo cumplida.
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