Dra. Camila Moyano investiga qué hay detrás de los premios en los colegios y las ideas meritocráticas
De acuerdo con las investigaciones de la directora (s) de la Escuela de Ciencias de la Familia, en la escuela se da una serie de dinámicas en torno a la formación del “estudiante ideal” que buscan los profesores y que impactan en las familias.
“Mi hijo fue elegido como mejor compañero de su curso”, dice Angélica, mamá de un niño en tercero medio. La madre lo comenta a sus amigos y familiares con orgullo y muestra las fotos de la premiación. Ella y su marido asistieron con su mejor vestuario a la ceremonia realizada en el colegio y, además, luego salieron a comer como muestra de alegría.
“¿Qué se premia cuando se premia?: Micropolítica del merecimiento en educación” es la investigación, financiada por el Fondecyt Regular 2024, que desarrolla que desarrolla la socióloga Camila Moyano, doctorada en Ciencias Sociales en la Université de Lausanne, Suiza, y directora (s) de la Escuela de Ciencias de la Familia de la U. Finis Terrae. Entre sus líneas de investigación está la parentalidad y la educación.
“Mi interés es entender los mecanismos de merecimiento de premios escolares. Qué hace que un estudiante merezca un premio escolar, entender cómo estos reconocimientos de mejor compañero o espíritu del colegio van formando esos perfiles del estudiante deseado. Por eso, quiero indagar cuáles son las características que tiene ese estudiante versus aquellos que no se los ganan”, manifestó la académica.
Dado que los premios también despiertan emociones en alumnos y apoderados, ya sea a favor o en contra del galardonado, la doctora también investigará los afectos que se expresan en estos galardones en los estudiantes y en sus familias.
Para eso, detalló, se están llevando a cabo entrevistas y focus group en colegios de Santiago, Iquique y Concepción, divididos en tres establecimientos por comuna. Además, ella asistirá a estos planteles a fin de año a observar esas ceremonias, para examinar desde la música, el uniforme, el vestuario y lo que hace la familia en torno a este reconocimiento.
Esta investigación se relaciona con otra línea de investigación que desarrolla la Dra. Moyano: la meritocracia educacional, en la cual la académica aportó la parte cualitativa. En esa oportunidad, agregó, se estudiaron colegios cuyo proyecto educativo tenía un foco en lo académico versus establecimientos enfocados en la inclusión socioeconómica.
“Nos interesaba saber cuáles eran las nociones de mérito que manejaban las comunidades escolares y cómo se vinculan a la formación ciudadana. Hay mucha literatura que dice que las personas que creen en la meritocracia académica se alejan un poco de las ideas comunitarias, ya que el mérito se observa como algo individual”, planteó.
En esa investigación se determinó que, si bien existe una creencia de que si un alumno es exitoso en lo académico es debido a su propio esfuerzo, se deja de lado que es el contexto familiar el que incide directamente. “Entonces, lo que se empieza a crear dentro de las escuelas es una idea de la familia meritocrática, que apoya a este estudiante a desarrollar sus talentos. Por lo tanto, la escuela le está poniendo una nota a la familia”, dijo.
Parentalidad y redes sociales
Otra línea de investigación que lideró la académica aborda las “Tecnologías digitales de comunicación en educación: estereotipos y discriminaciones de profesores/as, padres, madres y estudiantes”, que correspondió a un Fondecyt de Iniciación de 2020.
El objeto de estudio era cómo se construye la normatividad dentro del espacio digital. “Analicé WhatsApp de apoderados y otras aplicaciones digitales de comunicación entre escuela y familia. Lo que vimos fue que había dos extremos: uno, que se formaba una idea de parentalidad inmediata, donde los padres tenían que estar en estos WhatsApp de apoderados, y las aplicaciones, que se espera que los padres las sepan manejar para monitorear a sus hijos, pero eso muchas veces chocaba con la necesidad de autonomía de los estudiantes”.
De esa investigación surgió otra línea, referida a la parentalidad intensiva, donde se analizaron alrededor de 56 cuentas chilenas de Instagram de las madres influencers, y a las que luego se agregaron cuentas de Tik Tok. “El primer paso fue entender cómo surgía la norma de ser buena madre a partir de estas cuentas y nos dimos cuenta que eso estaba muy relacionado con la mercantilización de la maternidad digital, porque las influencers venden productos y servicios”, detalló. Esa investigación fue publicada en 2023, en la revista Cuadernos.info de la Universidad Católica.