Enfrentando el COVID-19: académicos de la Escuela de Medicina y sus vivencias durante la pandemia
Docentes de la Universidad Finis Terrae son parte de la ‘primera línea’ y han debido hacer frente a una de las crisis sanitarias más graves de las que tenga registro.
2020 quedará marcado como el año donde el COVID-19 cambió todo. El virus ha obligado a replantear la forma en que la humanidad se ha relacionado y vivido su rutina en los últimos meses, tratando de evitar contagios.
En este contexto, el personal de salud ha sido probablemente el grupo que más se ha visto exigido en este periodo. Jornadas extensas y desgastantes, donde el conteo de fallecidos y recuperados ha sido la tónica diaria que enfrenta los integrantes de la llamada ‘primera línea’ que hace frente a esta crisis.
Ejemplos de lo anterior son algunos docentes de la Escuela de Medicina de la Universidad Finis Terrae, quienes se desempeñan en diversos centros asistenciales de salud y han vivido la experiencia de enfrentar al virus desde dentro, con golpes y satisfacciones a la par.
Luchando por salvar vidas
“Ha sido la experiencia más ruda que me ha tocado vivir” asegura Eugenio Donaire, académico de la Escuela de Medicina que es parte del equipo del Hospital de Urgencia Asistencia Pública (HUAP), también conocido como la Posta Central. “Ha sido extenuante, agotadora en lo físico y en lo emocional. Muchas veces sentí que iba a estar sobrepasado, pero fue tan crítica la situación que no me permití flaquear” asegura.
Donaire explica que “en el Servicio de Urgencia estoy encargado de recibir a los pacientes más graves que llegan”, por lo que debió “reanimar a jóvenes que llegaban muy complicados. También vi partir a gente por COVID. Nunca me había tocado ver morir a tanta gente en un periodo tan corto de tiempo (…) En lo físico ya me recuperé, pero en lo emocional creo que todos quedamos un poco frágiles, con cicatrices”. Al momento de sacar una conclusión, no duda en recalcar que ser médico “es la mejor profesión que podría haber elegido. El trabajador del área de la salud está acá porque quiere ayudar a los demás y, durante la pandemia, esto se reflejó más que nunca”.
Desgaste también fue lo que enfrentó José Vallejos, jefe de la Unidad de Hospitalización Quirúrgica del Hospital El Carmen y docente de la unidad de Anatomía Humana de la Escuela de Medicina. “Ha sido un periodo bastante agotador, de mucho aprendizaje y organización, además de mucho sacrificio tanto personal como colectivo. He visto a mis colegas luchar contra esta pandemia, arriesgándose e incluso muchos de ellos contagiarse”
“El momento más complejo que tuve que vivir durante la pandemia fue en mayo, cuando ordenaron que todos los médicos diurnos se sumaban a urgencia a apoyar, debido a que quienes se desempeñan ahí se contagiaron. Fue muy duro, porque tengo una relación cercana con mis médicos, más que colegas son amigos y tuvimos que enviarlos a la ahí en un momento tan crítico”. Para el, el aprendizaje que deja esta crisis apunta a “reorientar las prioridades, tratar de ser más humanos y poder hacer una sociedad mucho mejor”.
Antonia Arriagada, integrante del Servicio de Medicina y Nueva UTI del HUAP y docente de Semiología en la U. Finis Terrae, vio cómo su rutina fue cambiando al reordenarse los turnos para hacer frente a la demanda de atención, a la par que su servicio se adaptó para recibir a más contagiados. “Nos complejizamos y aumentamos mucho la capacidad, llegando a un momento donde estuvimos cien por ciento con pacientes COVID”.
“Si bien en un momento fue complejo, siento que como servicio lo hicimos muy bien. Nunca me sentí sobrepasada porque nunca me sentí sola” sostiene Arriagada, puntualizando que “es obvio que ver tanto paciente grave o fallecido afecta emocionalmente, pero creo que nos fortalecimos mucho como servicio y rescatamos la sensación de que fue duro, pero lo hicimos bien. Esto sacó la mejor cara de nosotros”.
Para Leonardo Soto, jefe del programa de Subespecialidad Medicina Intensiva y profesor asistente adjunto de la Escuela de Medicina, “el período de la pandemia ha sido complejo, porque sometió a los sistemas sanitarios y, en particular, al recurso humano a un nivel de tensión mayor al habitual. También es desafiante porque para lograr dar una respuesta adecuada a quien sufría un menoscabo de su salud necesitamos generar y desarrollar diferentes estrategias en un corto período de tiempo”.
Desde su cargo de Jefe Técnico del Centro de Pacientes Críticos de la Clínica Las Condes, Soto explica que “el momento más duro fue cuando, por un lado, era testigo del gran sacrificio realizado por el personal de salud para dar abasto a la alta demanda hospitalaria, mientras que también veía la actitud de muchas otras personas en la calle haciendo caso omiso de las recomendaciones y no le importaba nada. Esa falta de empatía desmoralizaba a ratos”.
El aporte de los internos
Los cuatro docentes coinciden en algo: el aporte que significó la participación de los internos de la Escuela de Medicina en sus respectivos servicios. “Durante este período me tocó la fortuna de compartir con algunos de ellos, quienes se sumaron a esta ‘batalla’ aportando desde diferentes instancias. Todos se incorporaron a diferentes equipos de trabajo fácilmente, siempre con la mejor disposición” comenta Leonardo Soto.
Antonia Arriagada suma su visión indicando que a su servicio “llegaron siete internas de la U. Finis Terrae a ayudarnos y fueron un aporte para la carga del día a día en el Servicio de Medicina”, mientras que Eugenio Donaire destaca que todos los internos que se integraron a su equipo de trabajo destacaron “por su empatía, asertividad y, sobre todo, por su proactividad. Y en estos meses solo he recibido buenos comentarios para todos”.
“Mientras fuimos unidad COVID, tuvimos voluntarios de la Escuela de Medicina. Fueron un tremendo aporte, mostraron gran profesionalismo y mucha preocupación. Hemos visto que todos los que han tenido esta experiencia han crecido considerablemente como personas y como profesionales” concluye José Vallejos.
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