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Estudiantes de la U. Finis Terrae inician el 2025 con los trabajos de verano, misiones médicas y de pastoral

Batuco, Linares y Coyhaique son los destinos de enero próximo de alrededor de 100 estudiantes que participarán de esta experiencia de apoyo social en sectores vulnerables, aplicación de conocimientos, aprendizaje de otras realidades, en un ambiente de camaradería.

Publicado: Diciembre 11, 2024

En vez de pasar el calor en la Santiago, cerca de 100 estudiantes de diversas carreras, más 12 profesores, participarán en enero en los trabajos de verano en Batuco, Misiones de Pastoral en Linares y Misiones Médicas en Coyhaique. Con el fin de incentivar a otros estudiantes a sumarse a esta iniciativa, anteriores misioneros contaron cómo el salir de la casa, el cambio de paisaje, y, sobre todo, conocer realidades fuera de la capital, les ha ayudado a reenforcarse en los estudios y en la vida profesional.

Los trabajos de verano se realizarán en Batuco, localidad de Lampa, ubicada a 33 kilómetros de Santiago, por la ruta 5 Norte. En vez de pasar de largo por la carretera, los estudiantes llevarán a cabo trabajos de reconstrucción, operativos de salud, y talleres de teatro, entre otras actividades. 

John Castaño, estudiante vespertino de Ingeniería Comercial, quien participa de las Misiones de Pastoral, contó que “quedó impactado” por la realidad de la zona. Él, junto a otros estudiantes, colaboró a darle vacaciones a los niños del sector, ofreciendo talleres de pintura, cocina y hasta un show de talentos, en un espacio cedido por la parroquia Santa Teresita del Niño Jesús, para que sus padres pudieran trabajar tranquilos. 

“Me impactó la realidad de un joven de 16 años, que a su edad lo habían expulsado del colegio y tenía problemas de consumo de drogas. Él quería otra oportunidad, volver a estudiar, y agradeció mucho que lo hubiéramos acogido sin ningún prejuicio, y sin juzgarle”, comentó.

Castaño trabaja durante el día, y estudia en el horario vespertino, y aseguró que su paso por las Misiones, le ayudó a desarrollar otras habilidades en su vida laboral, como “ser empático con mis compañeros, los clientes, los proveedores, a ver que hay una vida detrás de ellos que no estamos viendo en el momento”.

Las misiones se hacen en coordinación con las Hermanas Misioneras de la Caridad, fundada por Santa Teresa de Calcuta, que las visitó en 1979, precisamente en Batuco. Hoy, la hermana Silvina destaca la labor de los jóvenes de la Finis Terrae: “Ellos podrían ir a una playa, pero ellos sacrifican su vida para dar el testimonio a Jesús de la comunidad. Ellos apoyan mucho con su labor acá”.

Misiones en Linares

Este verano, la capital del Maule recibirá nuevamente a los misioneros de la universidad Finis Terrae, en colaboración con la Parroquia Corazón de María. Un grupo de alrededor de 40 estudiantes de las diferentes carreras se distribuirán por los distintos lugares del sector donde se encuentra la Escuela Las Hornillas, llevando su compañía puerta a puerta.

A través de talleres dirigidos tanto a niños como a adultos, se busca promover el crecimiento en la fe y en el desarrollo personal, destacando la presencia constante de Cristo como un amigo cercano que acompaña en cada momento de la vida.

Valentina Galarce, estudiante de Ingeniería Comercial, que fue a las misiones en invierno, valoró el cariño de la comunidad.  “El recibimiento de la gente fue muy bonito, se sintió mucho el cariño”, señaló Valentina. 

Agregó que le llamó la atención la unión que existía en la comunidad, “porque la sociedad, en general, se ha puesto un poco solitaria, y cuesta compartir con el entorno”. 

Verano frío en Coyhaique

Contra la opinión de sus amigos, Yasna Herrada, alumna de tercer año de Odontología, decidió ser parte de la delegación de estudiantes de las misiones médicas que tomó un avión hacia la localidad de Balmaceda, en Coyhaique. Si bien el paisaje en la zona tiene la belleza sobrecogedora de la Patagonia, hay que acostumbrarse al frío de enero. De hecho, los jóvenes se encontraron con días en que la máxima era de ocho grados y con mucho viento. 

Precisamente en Balmaceda, pudo asistir a su primer paciente, un adulto de unos 70 años, que prácticamente había perdido toda su dentadura y requería de una prótesis. “Fue un problema que vimos muchas veces allá, donde la gente casi no tenía dientes, porque el dentista acudía al sector cada tres semanas, y las prótesis se demoraban en estar listas o no estaban ajustadas a los pacientes, entonces, preferían no usarlas”. Esta persona fue atendida por una de las académicas de Odontología que viajaron al lugar. 

Al consultar qué fue lo que aprendió allá, la estudiante contó: “El trato, el cómo hablarle al paciente, porque hay que ocupar términos más normales para que la persona entienda y sobre todo si vive aislada en el campo, porque uno está acostumbrado a hablar en términos odontológicos”.

Yasna recomendó a otros estudiantes que participar en las misiones médicas: “Es una experiencia increíble, maravillosa. Con el pasar de los días, se genera una confianza entre todos los compañeros que también viajan y las mismas personas que están encargadas del programa hacen que uno se sienta especial. Yo me volví con el corazón lleno”.

El alcalde de Coyhaique, Carlos Gatica Villegas, señaló que “desde el corazón de la Patagonia, queremos comentarle a toda la Universidad Finis Terrae que estamos tremendamente contentos y esperándolos con muchas ansias y cariño a recibir a la delegación de las misiones médicas, a desarrollar una acción que va a mejorar la condición de vida de nuestros vecinos y vecinas”. 

Desde Medicina participó, José Antonio Pérez, quien valoró la experiencia como una práctica, ya que tuvieron que colaborar en la atención de 1.000 pacientes. “Fue muy bonito ver cómo los profesores estaban muy interesados en enseñarnos (el trato) con los pacientes, a mostrarnos las patologías. Fue una experiencia muy enriquecedora”. 

Como estudiantes de Medicina, el operativo consistía en tomar los signos vitales de los pacientes, examen físico completo, y “vimos mucha diabetes descompensada, mala higiene, malas prácticas de cuidado. Lo que más nos sorprendió fue que los pacientes o la comunidad estaban muy poco informados sobre su enfermedad. Entonces, también tuvimos que enseñar”. 

Otra cosa que aprendió Pérez, y que aplicará en su profesión, es que “cuando sea doctor, me voy a dedicar a explicar bien la patología a los pacientes, a enseñarles cómo hay que hacerse las curaciones, cuáles son las complicaciones. Uno se da cuenta de que hay mucho por enseñar”.