Revisa la reflexión de Semana Santa del Rector
La autoridad académica invito a “abrir el corazón a la gracia del Señor, la Cruz ya no es signo de muerte sino de esperanza”.
Queridos miembros de nuestra Comunidad Universitaria Nos encontramos viviendo la Semana Santa, uno de los períodos más importantes para los cristianos y por ello de gran significación para nuestra Universidad como institución católica. En este tiempo no sólo rememoramos -hacemos memoria- sino, sobre todo, estamos llamados a revivir aquel gesto de amor inconmensurable que nos legó Jesús en la Cruz.
El Papa Francisco al iniciar la Semana Santa insistió en que las torturas y crucifixión de Cristo fueron aceptadas por Él, fue su manera de acompañar nuestro caminar humano que muchas veces llevamos adelante con fragilidad y dolor. Nos dice el Santo Padre: “Lo hizo por nosotros, para tocar lo más íntimo de nuestra realidad humana, para experimentar toda nuestra existencia, todo nuestro mal. Para acercarse a nosotros y no dejarnos solos en el dolor y la muerte. Para recuperarnos, para salvarnos. Jesús subió a la cruz para descender a nuestro sufrimiento. Probó nuestros peores estados de ánimo: el fracaso, el rechazo de todos, la traición de quien le quiere e, incluso, el abandono de Dios. Experimentó en su propia carne nuestras contradicciones más dolorosas, y así las redimió, las transformó. Su amor se acerca a nuestra fragilidad”. Como humanidad hemos sabido de fragilidades durante estos últimos meses. Muchas veces hemos perdido nuestra capacidad de acción, se han confundido nuestros horizontes y hemos temido por nuestra vida y la de nuestros seres queridos. Esta fragilidad es la puerta por la cual el Crucificado entra a nuestros hogares y aulas y nos invita a comprender que lo único que marca diferencia en la vida de las personas es su capacidad de amar. La Universidad Finis Terrae, desde sus orígenes, se ha visualizado a sí misma como comunidad, no por una estrategia de eficiencia y eficacia, sino como una oportunidad de conversión para todos. Aprovechemos este tiempo -como nos pide el Papa Francisco- para sorprendernos con los gestos de Jesús: el Jueves Santo con Su Voluntad de quedarse con nosotros a través del pan y el vino compartidos; el Viernes Santo con su docilidad ante la voluntad del Padre y sus entrañas de misericordia para todos nosotros; y el Sábado Santo con ese silencio que cae sobre la Tierra y nos hace conscientes de nuestra propia carencia si Dios no está con nosotros. Esta Semana Santa, Jesús se acerca con especial ternura a nuestros dolores y miedos y nos ofrece cargar con ellos simplemente por amor. Los invito a abrir el corazón a la gracia del Señor, la Cruz ya no es signo de muerte sino de esperanza. Con afecto, Cristian Nazer |
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