Son casi cuatro horas de viaje las que separan a Santiago de Canela; cuatro horas que podrían haber implicado desechar el lugar como una alternativa real, para llevar a cabo los trabajos voluntarios de la Finis. Pero la distancia no fue un impedimento para Asufinis, y mucho menos para los voluntarios.
El martes 11 de julio el bus salió con un destino claro: ayudar. Y, seis días después, regresó con la satisfacción de haber cumplido su objetivo principal.
Fueron días de arduo trabajo: 250 árboles plantados; operativos médicos, dentales y jurídicos (todos realizados en la posta de Huentelauquén); charla a mujeres emprendedoras; actividades recreativas en la plaza; además, hermoseamiento del Liceo Técnico.
Mucho trabajo, y muy pocos días para llevarlo a cabo; pero las ganas fueron superiores al cansancio. El espíritu de grupo superó, con creces, las dificultades.
Sin lugar a dudas, Canela pasará a ser parte del imaginario colectivo de los voluntarios… Ya que, como dicen por ahí, todo mejora con Canela.