El inicio del año académico de las carreras de Derecho e Ingeniería Comercial fue el hito que marcó el comienzo de la actividad académica y estudiantil en la Universidad Finis Terrae. El lunes 4 de abril de 1988 abrió sus puertas a 178 alumnos, en unas sencillas instalaciones ubicadas en el Barrio República, en Santiago centro.

“Fue el 4 de abril de 1988 cuando se puso en marcha, con el primer día de clases, un proyecto de personas visionarias que, desde sus inicios, ha tenido en el centro a la persona, con sus talentos y anhelos más profundos”, recordó el rector Crsitian Nazer.

Hoy, la Universidad Finis Terrae conmemora su 34° aniversario como una institución de educación superior católica, sin fines de lucro, adscrita a la gratuidad, acreditada por 4 años por la Comisión Nacional de Acreditación (CNA) y como parte del Sistema de Acceso a la Admisión Universitaria de Chile.

Integra la Red Internacional de instituciones educativas del Movimiento Regnum Christi, compuesta por 15 universidades en los cinco continentes.

En la actualidad, la Finis Terrae tiene más de 8.500 estudiantes de pregrado provenientes de diversas regiones de Chile, de los cuales más del 60% estudia con gratuidad. La Universidad imparte 24 carreras diurnas y tres vespertinas del área de la salud, educación, humanidades, ciencias sociales, artística, ingeniería y negocios. A ellos se suman alrededor de 2 mil estudiantes postgrados y más de 700 funcionarios docentes y administrativos contratados.

“A lo largo de mi periodo como Rector he conversado con muchos estudiantes que me han contado del por qué eligieron la Finis Terrae. La mayoría apunta a que buscaban “algo más”, una Universidad que no sólo les diera un título, sino que les impulsara a un desarrollo humano mayor. Nosotros hemos creído que los talentos con que Dios ha bendecido a una persona son un sello que habla de una rica interioridad. A través de estos talentos se pueden tocar e impulsar un proyecto de vida con mayúsculas. Esa es nuestra aspiración”, dijo el rector Cristian Nazer en su comunicado de saludo a la comunidad universitaria.

Además de la formación de pre y postgrado, la U. Finis Terrae aporta a la generación y difusión del conocimiento a través de diversos centros de investigación, estudio y formación, institutos, observatorios y laboratorios de investigación.

Abril de 1988, el inicio

El decano de la Facultad de Humanidades y Comunicaciones, Álvaro Góngora, recuerda los inicios de la Universidad en el sector de República, en Santiago centro: “Al principio estábamos en una casona que estaba en la esquina de las calles Grajales esquina Vergara. Era de tres pisos, las salas estaban en el primero, era espaciosas y tenía otras dependencias, entre ellas una minúscula Biblioteca, con libros clásicos para responder a sólo dos carreras – antiguas piezas de la casa- que los alumnos podían ocupar en sus ratos libres. La alternativa era salir a la vereda, no había más. Lo más notable, era el entusiasmo que transmitían las autoridades, porque en sus mentes estaba el proyecto Universidad Finis Terrae desplegada con nuevas carreras”.

Como parte de la evolución del proyecto educativo, en 1999, la Casa de Estudios suscribió un convenio de Asociación con la Congregación de los Legionarios de Cristo, hito que ha permitido generar importantes avances en el modelo formativo, en el desarrollo institucional, en infraestructura y extensión, así como la creación de nuevas carreras.

Proyecto Universitario

Este nuevo aniversario encuentra a la Universidad Finis Terrae en nueva etapa tras la reciente presentación del nuevo Proyecto Universitario Finis Terrae, que traza el desarrollo institucional de las próximas décadas. Luego de un intenso trabajo académico en que se definieron cuatro grandes “Áreas Prioritarias de Desarrollo Académico”, este proyecto establece estrategias de focalización académica y de articulación de las funciones universitarias de Formación, Investigación y Vinculación con el Medio.

“Estamos cruzando por un tiempo desafiante. Hay mucha incertidumbre y también grandes expectativas, sin embargo, nada de lo que soñamos para la sociedad y el país puede ser llevado a cabo si no comprometemos cambios personales y humanos. El cambio más profundo y permanente es aquel que renueva el corazón del ser humano. Por ello, el proyecto Finis Terrae es válido y pertinente para nuestros tiempos y nuestra tarea diaria no se agota en acciones, sino que aspira a construir realidades edificantes”, planteó el rector Nazer.

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